...Caigo en mi instinto:

...Caigo en mi instinto:
No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser, pero no puedo ver cajones y cajones pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver todavía caliente la sangre en los cajones. Gonzalo Rojas, Contra la Muerte

sábado, 17 de enero de 2009

Sueño Etéreo

Cuan normal era mi visita a la luna, cuando de pronto todo fue diferente. Mi alma, refranes, fragancia, mi sentir y mi mesura cambiaban por completo. Bueno, como es normal, tardé bastante tiempo en divisar mis efluvios anormales. Pregunte al aire tan ausente, y tan tenaz, quise tomarlo, mediarlo, pero todo era innecesario. Aquel era tísico, hasta expósito. Era tan solitario el lugar, que caía por túneles; tras no sentir ni los cráteres de mermelada caliente, rosquisca, rojiza y espesa. Lo único ‘visible’ era el aroma nauseabundo del estertor que protegía una capa sublime de espermas de cera caliente. No supe siquiera sostener el pulso.
De pronto la tierra volvió en metamorfosis toda promesa quebrada, el frenesí, mi ombligo era revelante al flash back que causaban mis nauseas, quise sentir aun, pero no. Era demasiado imposible. No había libertad, perfumes, fotos de infancias, ni correos con estampas irónicas. El sonido era grasoso. La única voz que sentía era el escalpelo que rugía en mis entrañas, nada, nada. Todo era nada. Sanguinolentas y fatigadas caían sobre el suelo sin gravedad, sin dichas de quebranto. Eran lágrimas tan podridas y estériles que ni sonido hacían, eran líquenes en aguas saladas, era el hoz de mi estomago crujir. Pasaron horas aterradoras, lozanía solo era el aire que rozaba mi espalda, nada más que eso. –Habré sufrido una tumefacción- Todo era tan irreal. -Y créanme que era la primera vez que me lo pregunté-. El óbito rodeaba mis garras, ya me sentía lánguido, como en una cúspide sin cielo en pleno universo. Cada vez mas rápido me dilataba más mi sexo, la excitación del vértigo hacia que cayeran aún más lágrimas de posesión, mientras resistía el éter que caía como en caricatura agreste.
Cuando desperté, mi almohada gritaba de espanto, al igual que mi ínfima sensación de desolación. Era tan irreal lo que sentía, que no evite conjugarlo con aquel ‘sueño’ o paraíso desértico. Abrí mis sabanas, estaba en desnudez perpleja. Aun mas el estertor rasuraba mi nariz. –Es al aroma que siempre huele mi habitación-.

1 comentario:

sebastian amaru dijo...

fue algo muy extraño, pero en la semana tuve el titulo de tu escrito pegado en mi cabeza, quizas fue una telepatia desde la distancia...
y pensè que solo yo pensaba en el "sueño etereo", màgica elocuencia dirigida hacia lo irreal...
quizàs en la sensibilidad logramos captar no identicas, pero si semejantes ideas.

que estes bien cromosome
:)