Suspendido entre moscas, mi cara explota,
Trato de analizar mi entorno,
Pero mi lastre gana.
Es como un plato de tallarines sin sal,
Diabetes en el aire,
Gangrena en mi cabeza.
Premura,
Murciélagos en los edificios
Vuelan como palomas codiciosas,
Odorífera es mi sangre, -Gracias a dios-
Impetuoso el ámbar de mis cenizas,
-Pero aun oigo, huelo-
A pruebas de balas sonrío, la sangre sigue.
Miembro por miembro,
diente por diente destrozando mi interior.
Desearía reírme en tu cara,
Pero ahora mi disfraz es asertivo:
Mi fragancia es de viruta asesina.
Esta es sangre de cráneo nauseabundo,
Mientras mis ‘pilchas’ se desdoran con sudor infantil,
Sin penumbra el líquido amniótico difundo,
Caigo como ostra en pie de un edificio barroco.
lunes, 19 de enero de 2009
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