...Caigo en mi instinto:

...Caigo en mi instinto:
No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser, pero no puedo ver cajones y cajones pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver todavía caliente la sangre en los cajones. Gonzalo Rojas, Contra la Muerte

viernes, 12 de marzo de 2010

Ser, humano

Dónde me encuentro hoy.

Fuera en la calle, la vida sabe a luz y a vírgenes desveladas, olvidadas en lo más hondo del océano. Me siento sobre hojarascas mojadas, crujen, se quiebran como cráneos tentados de risas. Y roza el viento junto al germen sentimental; genera viento, y más viento, y un bostezo de noche envejecida.

(El centro de la almohada se moja, llueve.)

Una lluvia universal ha tocado mi garganta, pero sin pestañas ni ojos se desprende bailarina y fugaz sobre el rostro de un rostro inanimado, por donde han volado gaviotas y caballos y centellantes sombreros consumidos por el humo, seducidos por algo infinitamente infectado. “algo” que se siente elástico e inminente, de tal manera, que el océano se afloja y llueven peces esta vez, llueven niños y sacerdotes y risas y llantos;

Llueven poetas; seres humanos.

3 comentarios:

silvia zappia dijo...

bienvenida sea la lluvia universal que tocó tu garganta.


mil besos*

fgiucich dijo...

Será el peso de la vida? Abrazos.

Mercedes Pajarón dijo...

Hace falta que lluevan más poetas; la tierra lo necesita con urgencia...

Quiero que sigas lloviendo!