Salvador Dalí / El enigma sin fin
En pequeñas hileras fui conjugando gritos de esperanzas, logre reunir todos, pues aquí los tengo. En mi mente los he dejado sobre la cesta de manzanas, están exorcizados con el brillo tenue de la naturaleza, están completamente asombrados. Mi estupor refresca la vanguardia y el aguacero de mi sudor, ácido y refulgente, pero muy bien saboreado por este ambiente. Las sombras y los reflejos hacen crear la confusión, pero el león aún está allí, escondido bajo sus sombras de tiempo, bajo su lengua sedienta por gritar, pues su cordura es aun más espesa que su propia impotencia… dejémosle dormir sin despertar.
Han salido tijeretas de mi garganta, desesperadas e hipnotizadas por la estrechez de mi boca. Están espantadas y hambrientas de libertad, pues no están acostumbras a grandes rayos y al sosiego del inmenso sol… la siesta les seduce derritiéndolas, las he guardado junto a mis gritos de esperanzas.
La mañana está calurosa, en desierto se han convertido mis grandes anhelos, durmientes son ahora mis pequeños sollozos. La decadencia y mi disturbio se han adherido a mi fortaleza, he transformado montañas en grandes hileras de gritos y estatuas llenas de mudez. La tormenta se acerca, la siesta despierta la tensión eléctrica de las nubes, el pantano ha revelado ya sus sumisos peces… mi boca está al punto del despegue. Las montañas bajan en unión con mis manos, como si el viento fuese su mayor deseo; se entrelazan ignorando la inmensidad, pues la gran masa de agua deslumbra la tempestad y se unen creando solos el crepúsculo jamás antes visto, se toman de la mano, danzan sus pecado con el sol, cuentan sus vivencias infinitas bajo el muelle fugitivo que les mira: es increíble. Pero ya enfoscada mi boca no me deja gritar y surtir mis miedos a la costa, a los mares, a este nudo inmenso desde mi nariz hasta mi suelo de sangre dulce. En el momento de la destrucción absoluta de los muelles, veo la mezcla de colores, el negro mejor amigo del blanco muerde al verde translúcido que enfrenta al azul, reconfortando una inmensa simpatía con el morado, veo el arcoiris de mi mente; en rascacielos se ha convertido mi pensamiento.
Resbalosa la estrechez que tengo en mi garganta, luego de un impulso sensitivo, explota mi boca a la víspera de la gran mezcla de colores, de montañas y paisajes lejos de ser nebulosa. Respiro el aire, las tijeretas bailan y nadan con los mares en los cielos, la tierra lenta y dócil recrea la obra perfecta de la mezcla de mis sentidos, no hay fúnebres momentos, no habita la nostalgia, hay que vivir, nadar, volar, hay que sentir la mezcla perfecta de los sentidos más sensitivos del rostro; nuestra gran e iracunda sonrisa.
Han salido tijeretas de mi garganta, desesperadas e hipnotizadas por la estrechez de mi boca. Están espantadas y hambrientas de libertad, pues no están acostumbras a grandes rayos y al sosiego del inmenso sol… la siesta les seduce derritiéndolas, las he guardado junto a mis gritos de esperanzas.
La mañana está calurosa, en desierto se han convertido mis grandes anhelos, durmientes son ahora mis pequeños sollozos. La decadencia y mi disturbio se han adherido a mi fortaleza, he transformado montañas en grandes hileras de gritos y estatuas llenas de mudez. La tormenta se acerca, la siesta despierta la tensión eléctrica de las nubes, el pantano ha revelado ya sus sumisos peces… mi boca está al punto del despegue. Las montañas bajan en unión con mis manos, como si el viento fuese su mayor deseo; se entrelazan ignorando la inmensidad, pues la gran masa de agua deslumbra la tempestad y se unen creando solos el crepúsculo jamás antes visto, se toman de la mano, danzan sus pecado con el sol, cuentan sus vivencias infinitas bajo el muelle fugitivo que les mira: es increíble. Pero ya enfoscada mi boca no me deja gritar y surtir mis miedos a la costa, a los mares, a este nudo inmenso desde mi nariz hasta mi suelo de sangre dulce. En el momento de la destrucción absoluta de los muelles, veo la mezcla de colores, el negro mejor amigo del blanco muerde al verde translúcido que enfrenta al azul, reconfortando una inmensa simpatía con el morado, veo el arcoiris de mi mente; en rascacielos se ha convertido mi pensamiento.
Resbalosa la estrechez que tengo en mi garganta, luego de un impulso sensitivo, explota mi boca a la víspera de la gran mezcla de colores, de montañas y paisajes lejos de ser nebulosa. Respiro el aire, las tijeretas bailan y nadan con los mares en los cielos, la tierra lenta y dócil recrea la obra perfecta de la mezcla de mis sentidos, no hay fúnebres momentos, no habita la nostalgia, hay que vivir, nadar, volar, hay que sentir la mezcla perfecta de los sentidos más sensitivos del rostro; nuestra gran e iracunda sonrisa.
14 comentarios:
La explosión de las ideas a través del fluído rio de la palabra. El pensamiento se hace verbo y el verbo es tan solo la imagen reflejada en el espejo de un sinfín de vocablos que tienen que salir como un proyectil de lo más profundo de la garganta.
Las ideas se hacen verbo, sin ellas el verbo no tendría sentido.
Inmenso, tu texto de hoy.
Un abrazo.
El sabor de esa mezcla destila entre tus líneas...
Un abrazote = )
...Y además, ese final contundente, que llega hasta el alma y le da felicidad...
Grandiosas, magníficas palabras...
Un gran abrazo!
:D hermoso texto!
"hay que vivir, nadar, volar, hay sentir la mezcla perfecta de los sentidos más sensitivos del rostro; nuestra gran e iracunda sonrisa."
Me quedo con ese fragmento, por elegir uno, muy loco e interesante la forma en que divagando se entrelazan montones de conceptos. Muy bueno!!
engancha tu estilo, igual algo falto de un toque de costumbrismo, pero sigue enganchando..
QUE MARAVILLA, PRECIOSO, PRECIOSO!!!!
qué exploten nuestros sentidos, que nuestra sonrisa lo invada todo.
UN GRAN BESO, JOVEN GENIO.
Gracias por visitar mi casa y dejar tus comentarios. Volveré. Abrazos.
"mi boca está al punto del despegue"... hacia un cielo bañado de palabras y belleza...
Gran texto!...super.
Un abrazo.
Anna.
Al leerte sentí los vientos a mi alrededor, me envolvieron las tijeretas de tu garganta,reventaron tus colores en mi plexo...y viví, nadé, volé.
Sublime.
Mil besos,genio!
Adoro a Dalí.
Es mi artista favorito...
Mi perro lleva su nombre.
Salvador. Todos buscamos ser salvados...
Dalí,un genio,el mejor artista en mi opinión,veía el mundo de una forma única e inigualable y se reía de la estupidez humana.
Me gusta tu blog!
Esto realmente una explosión, lejos de ser reflexiva como el anterior… en tu sensación traspasada a letras suicidas que se “mezclan” racionalmente.
Te expresas, vives, las tijeretas son nudos, para mi sin filo; es masa pútrida y poco delicada.
Cuídate amigo y pasa a ver la ultima parte de “Dancemos con los huracanes”, parte de la inspiración… fue la tarde con nuestros amigos en [Juan López]
Pasé a echar un ratito de lectura y como siempre genial.
saludos y un abrazo!
odio los comentarios sin contenidos.
Gracias a los que sí los tuvieron
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