...Caigo en mi instinto:

...Caigo en mi instinto:
No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser, pero no puedo ver cajones y cajones pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver todavía caliente la sangre en los cajones. Gonzalo Rojas, Contra la Muerte

martes, 7 de abril de 2009

Familia y odas infinitas:

El rastreo que posiciona mi cabeza al presente. La solución que permite disipar la cosas; y motivan la solución como respuesta definitiva. Inefable es el estado de temperatura, indeleble es su satisfacción y perfecta filosofía al té matinal… y al despertar e irse al aula de moscas moribundas. Son letras tan lejanas al infinito, las que solucionan matemáticas y el sentir homogéneo. La importancia de invertir leyes a la vista, ¡disculpa!, ¿Disculpar a quién?, al céfiro que sopló tan fuerte al caerse crepúsculos desde mi retina, disculpas a las palabras que forcé para una buena definición de vida. Disculpa a la filosofía indeleble, alegato y cabeza desviada pero tan adjunta al momento de volar.

1 comentario:

silvia zappia dijo...

El academicismo inefable, hacedor de cálculos matemáticos de un té más un té es igual a dos aulas de moscas,debe retirarse ante el despliegue de alas emergentes de una cabeza desviada...o aprender a volar.

Excelente!