Hasta las plazas me parecen corruptas.
Tan divulgadas son las personas en este tiempo, son ver un jarrón de jugo hirviendo de sudor humanitario. De uvas era aquél. Tan poderosos son los nudos, y mis desenlaces que rasuran cada pensamiento que doy en resolución de mí mismo, es buscar la tangente del árbol tan desvanecido como lo era aquel que vi atropellar directo, frente a mi casa en el Sur del paraíso. La condena era respingada, el coseno era idéntico a las medidas perfectas de mi cara; pues la gente envidiaba su palabra. susurros, gritos, gozos y regazos; eran las acciones de aquel aguachento goterón de sangre que caía frente al desierto que causa mi mirada, era un trío de potencia quienes se reían en mi cara; facial era el rito que poseía esta solución ya diluida. Los rasguños de este peso tan energizante que explotan los vidrios de mi catedral; tan gótica era, pero tan barroca a la vez; mezclaba tantas cualidades geométricas, que desconcertaba la amnesia de cada estúpida mujer que miraba con cara de impresora, y fecha pasada a vencimiento, y que además dormían al ver tanta belleza en frente de sus ojos.
Tan divulgadas son las personas en este tiempo, son ver un jarrón de jugo hirviendo de sudor humanitario. De uvas era aquél. Tan poderosos son los nudos, y mis desenlaces que rasuran cada pensamiento que doy en resolución de mí mismo, es buscar la tangente del árbol tan desvanecido como lo era aquel que vi atropellar directo, frente a mi casa en el Sur del paraíso. La condena era respingada, el coseno era idéntico a las medidas perfectas de mi cara; pues la gente envidiaba su palabra. susurros, gritos, gozos y regazos; eran las acciones de aquel aguachento goterón de sangre que caía frente al desierto que causa mi mirada, era un trío de potencia quienes se reían en mi cara; facial era el rito que poseía esta solución ya diluida. Los rasguños de este peso tan energizante que explotan los vidrios de mi catedral; tan gótica era, pero tan barroca a la vez; mezclaba tantas cualidades geométricas, que desconcertaba la amnesia de cada estúpida mujer que miraba con cara de impresora, y fecha pasada a vencimiento, y que además dormían al ver tanta belleza en frente de sus ojos.
el efecto de su torcedura,
tanta belleza; como fealdad,
tanta vanidad como egocentrismo,
tanta métrica; como misterio,
tan métrico como en su espejo.
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3 comentarios:
me gusta el color de tu letras...
Amo tus letras, tus enigmas, tus juegos de palabras con sentido de la razón más expresiva de tu alma.
Eres todo un escritor.
Saludos
cuan arte entre mente ambulante de deseos antepasados y gritos jamás oídos. es un fruto jamás madurado en fase.
pocas palabras dicen mucho.
Saludos desde acá, pequeño chico.
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