jueves, 14 de mayo de 2015
aporía
aquí vengo con presunta urgencia
a desforestar a los enamorados rincones
con mi furia de mañana negra,
vengo a domesticar los sonidos
a aparentar mi vuelo de criatura intrínseca.
parece ser que debo acostumbrarme
a siempre tener que sostener el firmamento,
el peso de la ciudad, y el peso de la basura.
para caminar no hace falta más que píes y nicotina,
una armonía entre el paso apurado y
el ecléctico rostro que acumula luz
para las energías circundantes.
mi peso ya sostuvo abundantes cenizas
algunas yuxtapuestas en el féretro de mi cielo.
parezco un inconmensurable mar encima de otro mar,
sobre una roca indecisa que acostumbra llamarse centro;
universo y diamante, bello espejismo inmóvil
cuya estrella muerta del ser
no guarda ningún objetivo en la célula abierta
que se pudre en cada centro omnipotente.
Sin embargo, mi bóveda nocturna
sigue recibiendo señales
que transforman mi máscara vacía,
mi máscara vacía que pide perdón
sin saber embarcarse en cuan
horizonte opaco de pampa,
sin atreverse a desprenderse
del vuelo mágico de mi inconsciencia.
Pero sigo soñando,
y la pregunta de la ventana se sigue dilatando,
esperando depositar aquellas ilusiones
de playa pueril y tés de verano.
la luna quiere decir hoy que todo
ser sumergido en aquella pregunta
entremezcla sensaciones que se elevan
y también decaen
hacia algún punto mágico;
de ilusión y evasión,
y es por eso que detengo mi cráneo y cerebro
haciéndolos hablar en una sola lengua;
hacia el centro, donde todo es y pertenece,
en cierta forma, --digo.
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