(Fotografía)
El telón ya ha dado su última palabra y es momento que las hormigas guarden la madera recién labrada por los llantos, ya es momento de borrar la pintura y de guardar ―también― el tiempo líquido que nos regala la locura cada noche. Vegetales hemos quedado tras la tela y los sollozos atroces de la luna; hemos quedado paralizados y preparados para agitar el suelo y recoger cada partícula del espectáculo de la vida, utilizándola hasta más no poder.
La aurora ha guardado su discurso sublime y ha abierto la jaula a las palabras mediocres llenas de cursilerías y de cosas flotantes; veo globos rojos y ojos y reyes y sonidos que parecen deleitar a un público de mimos y de elefantes dormidos.
La aurora ha guardado su discurso sublime y ha abierto la jaula a las palabras mediocres llenas de cursilerías y de cosas flotantes; veo globos rojos y ojos y reyes y sonidos que parecen deleitar a un público de mimos y de elefantes dormidos.
Ha bajado la niebla y ya he confundido el espectáculo con mi vida.
Los degollados simios han salidos a bailar con mi vida tomada del cuello.
(y el espectáculo aún no comienza)
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