He visto como las hojas de mi cabeza, van cayendo congeladas.
Exasperado entro en el edificio de conífera de azufre y puerta gigantesca, mi respuesta está allí. Miro hacia arriba, me espera una inmensa escalera que mueve mis entrañas nerviosas y vertiginosas. Mis baterías aceleran, exaltan en virtud de mi histeria. Veo como los ceniceros queman mis ojos, el ardor de la sangre llega a triturar mis alargadas manos, es escalofriante. El sonido entra, ese pito maldito que hace flotar mi sentido más sensible, mi paz. He vuelto a mirar hacia el vacío tan profundo, como aquel lago de cabezas difuminadas, ese tan helado como ardiente en mi lucidez. He caído fuertemente al vacío, pero mis huesos siguen fuertemente inteligentes; mareados y extasiados, así logro posicionar mi primer pie descalzo sobre la nube: mi escalera. Subo el primer peldaño, siento el pudor en el ambiente, es inmensa, horriblemente inmensa. Asfixiado estoy, -es sombrío.
El nudo en mi garganta explota mi catastrófico llanto, aun no sé por qué. El suelo comienza a inundar, pero es inocuo, sublime, es ostentoso. Pero aun no le temo. La luz tiembla de espanto contra la oscuridad, se sumerge entre la paz inocente mientras luchan por el sacrificio de la intensidad máxima, de un beso al unísono. Encadenado me sumerjo al duodécimo peldaño, la frialdad se deplora en inmensa tibieza, es la oscuridad quien da el paso a presumir mi descanso. Aflorado entre el sueño, comienzo mi ruta a la tregua eterna, la escalera se ve pequeña, el frío cala como serpiente entre mis bellos; es el comienzo de una escena fútil.
Llego a la cima de mi cuerpo, el ave se sienta a dialogar entre el cielo, afloran mis pupilas que son ahora las que permiten implorar mi aire etéreo. El viento es glorioso, que mi boca esta completamente campante del sombrío nudo desatado por el calor, la nefasta ilusión ya despierta. Es buen tiempo para flotar por los aires, y sentir la locuaz efigie de mi ser. Los autos y edificios gritan de espanto, la fisura de mi rostro contenta por sobresalir del suelo, y volar por los aires. Primero, junto mis huesos, presiono mi músculo mental, mis dientes efímeros, mi sonrisa láctea, el coraje rinde cuentas, pero el vértigo es amigo de la compasión. Concorde, comento sobre el frío ya calado por mi censura, donde también es momento para un buen comienzo, y estallar como íntima ave.
7 comentarios:
Todo es efímero...menos tus palabras.Poderosas, voluptuosas,sonoras y brillantes palabras.
Nada que decir de la estructura del relato:simplemente perfecta.
Todos tus textos son una metáfora de los tiempos que corren.
Un gran abrazo,maestro!
Una mágica encadenación de palabras e ideas que fluyen como por el cauce de un río...¿Dónde desembocarán?
...Un placer leerte!
Subí esa escalera de nubes, hasta el último peldaño.
Como siempre maravilloso leerte.
Gracias por tu comentario.Ya se te extrañaba por esos lados.
otro bonito y claculado texto..
Celeste cielo... roces perfectos de temor y sangre. Locura ambiciosa que nubla la visión y te inunda, te inunda.
El valor es rescatable y la aireada “ESPERANZA” a la supervivencia me llamo mucho la atención.
Bien Ricardo
CUIDATE AMIGO DE MI CORAZON
Caer al vacío en un sin fin de palabras perfectas, maravilloso.
Besos.
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