He despertado tras una dulce pesadilla nocturna.
Cual navegante de ensueño iba vomitando
Colores que transformaban la materia de mi movimiento.
Con un museo de miradas
Se ha ido regenerando mi retina de agua
Mi purificada aura le está respondiendo
Críticamente a los satélites de la noche
A la luna inversa e inmensa parecida a mi pupila.
Por primera vez le
estoy respondiendo
A mi soledad bienaventurada
Que hoy viste distinta;
Con la cola de un perro en el cerebro
Cosquilleando la médula,
Riéndome a cada instante de la luna.
No soy un navegante seguro de mi soledad
No soy un portador de
luz de rincones,
de escalofríos y de luces que no iluminan.
No quiero volver a decir lo montañista que soy
Puesto que hoy la luna ha bajado un centímetro más,
Hoy la luna me ha prestado
el píe del gigante,
El suspiro de una noche suicida,
La oscuridad problemática de mis vanos interiores.
La sombra de mi corazón se refleja
Entre los tejidos opacos de mis huesos,
Mi corazón se conjuga felizmente
Con el filamento de mis vanos en esta noche baja
Muerta y resucitada.
Estoy desnudo con mi llanto de perro
Buscando la noche entre el horizonte también desnudo,
Entre la niebla de fuego que nace dentro de mi boca,
Tras mis píes y mi cabeza.
Me estoy elevando con la noche en mis pulmones,
La noche ha muerto,
El sol se ha tragado mi sombra ocultándola en el mar,
Bajo el mar, adentro.
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