Cuando la luz entra por lo
pasadizos de este abismo
Es la brisa la que termina por embellecer el canto de las parinas,
Como en un torbellino de arena fría
Se están sumiendo los colores en este origen montañoso.
Palabra y canto son como plantar
un árbol
En las hendiduras de esta duna
Que se levanta y vuelve a sumirse acariciando relojes;
He ahí la danza de los píes revoloteando las aguas ocultas.
Qué queda del ego entregado a esta
espuma blanca como lluvia agusanada,
Qué queda de estos cuerpos danzándole al sol
y a las costuras de esta sabia salvia.
Qué queda de esta sombra cíclica
que adorna cabezas.
Sin la nube, todo hace que
destellen rayos por un agujero en el tiempo.
He aquí la paciencia infinita del
sonido del viento
Cada sonido eterno es la vida que mendiga un espacio entre las rocas.
Hay un brillo infinito en los ojos que no miran,
Increíble toda sonrisa que imitan los pájaros a lo lejos.
Desde este agujero,
Camina el tiempo en un espacio sin forma;
Habitando entre líneas y espejos;
Esta vez, gana la danza y el
sonido,
Gana el silbido cruel de las almas y los vientos.
Es la brisa la que termina por embellecer el canto de las parinas,
Como en un torbellino de arena fría
Se están sumiendo los colores en este origen montañoso.
En las hendiduras de esta duna
Que se levanta y vuelve a sumirse acariciando relojes;
He ahí la danza de los píes revoloteando las aguas ocultas.
Qué queda de estos cuerpos danzándole al sol
y a las costuras de esta sabia salvia.
Cada sonido eterno es la vida que mendiga un espacio entre las rocas.
Hay un brillo infinito en los ojos que no miran,
Increíble toda sonrisa que imitan los pájaros a lo lejos.
Camina el tiempo en un espacio sin forma;
Habitando entre líneas y espejos;
Gana el silbido cruel de las almas y los vientos.
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