Hay un deseo en mi músculo inquieto,
pero te tengo ahí, a la vista, cual ángel invisible.
Te pareces tanto a mi pena viajera
que vuelve y vuelve y busca y busca
y vuelve a ser un sonido fútil de la noche.
Hay un deseo más allá del órgano.
Hay un deseo en la ciudad entrando en tu ventana.
Hay un fusil de arena en mis ojos genuinos,
y en tu boca palabras como viento.
Quisiera volver a ver la luz en la nubosidad de tus ojos,
pero estoy tan lejos y cerca de esa primera mirada.
He de esperar otra coincidencia
a la manera de las olas y las aves,
a la manera de la corriente espesa del mar.
Momentos de gloria entre tu mano y la mía,
cual lenguaje de seres fatigados en el horizonte de la perla.
Hay un retazo de amanecer en esta arena
nocturna que embelesa este pensamiento lunático,
última noche,
última espera.
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